Viento Enfurecido
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Lucía Serrano y Pablo Albo
El viento estaba muy pesado aquel día y nuestro niño protagonista le respondió con una ventosidad. Así empezó la guerra. El vendaval, desatado de ira, ata - có las persianas de las ventanas, deslizó aullidos por las rendijas, lanzó piedras contra los cristales, coló ráfagas heladoras por las grietas. A punto estuvo de convertir al niño en una ráfaga errante.